((De Fernando))
Sobre esa ilusión fomentada por las clases dirigentes y los medios a su servicio, se asentó la burbuja inmobiliaria cuyo estallido condujo a la dramática situación actual. La realidad es que “el ladrillo”, o sea los materiales usados en la construcción SIEMPRE BAJAN, se deprecian como cualquier producto industrial. Lo que sube durante la burbuja es el VALOR DEL SUELO que es un bien finito frente a una demanda creciente y cuyo precio era además controlado por los especuladores: Bancos y grandes capitales, con el apoyo de los políticos del sistema. Es el mayor valor del suelo lo que se proyecta sobre la vivienda. Pero si bien su valor no baja diariamente (como “el ladrillo”) lo cierto es que SÍ BAJA CÍCLICAMENTE en periodos que los economistas calculan en 18 años. Así ha funcionado el capitalismo desde hace 220 años. Cuando se llega al final del ciclo se hunde el valor del suelo y con él el valor de la propiedad y comienza la crisis. La única solución para evitar que los ciclos no se repitan es crear los instrumentos fiscales y administrativos que impidan las burbujas.