En la naturaleza y en la historia de la humanidad hay ejemplos de actitudes solidarias o competitivas.
La competencia selecciona al más capáz para defenderse en un equilibrio entre especies. Pero, ¿De quien se defiende el ser humano?. Somos una especie en la cima de la cadena y con tal capacidad depredadora de todo lo demás, que tenemos que autocontrolarnos si no queremos poner en peligro nuestra propia supervivencia al romper todos los equilibrios.
Es evidente que el capitalismo glorifica la competencia. Competencia por la que no se conforma con ganar dinero sino que tiene que ganar más que el de al lado porque si no este te come. Esa carrera le obliga a pensar sólo en el corto plazo y saltarse todos los obstáculos y normas.
La competencia es contraria a la planificación o a la distribución de recursos; facilita la acaparamiento y especulación.
La solidaridad facilita la coordinación y también la multiplicación del resultado por la suma de esfuerzos.
Además de no ser menos eficiente, la competencia garantiza que unos pocos suban a la cúspide a cambio de la infelicidad de la mayoría.