Este dogma liberal, expresado de esta forma tan simplista a la que nos vienen acostumbrando, oculta la realidad y, de forma tendenciosa, ayuda a que paguemos la mayor parte de las cosas los que menos tenemos.
Siguiendo esa afirmación, lo que se produce de esa forma es un descenso en los ingresos fiscales, que a su vez conduce a una reducción de las prestaciones, servicios e inversión, que tiene como consecuencias directas la destrucción de los servicios de protección de carácter universal que tanto ha costado crear, además de la retracción de la economía. Para intentar compensar la pérdida de ingresos por estos impuestos directos, lo que se ha venido haciendo durante estos últimos años es subir los impuestos indirectos, como el IVA, de tal forma que al gravar por igual a todos, el peso final recae sobre la parte de la población que menos recursos tiene. En esta espiral se oculta la fórmula establecida en el artículo 31.1 de la CE que determina que la contribución debe ser progresiva y acorde con la capacidad económica de cada uno.
Además, a través de los años las grandes fortunas han ido viéndose beneficiados por suculentos beneficios fiscales. El IRPF se ha ido reduciendo para las rentas más altas, pasando del 56% en 1995 al 43% en 2010. También el Impuesto de Sociedades ha bajado del 35% en 1990 al 30% en 2009. Las deducciones fiscales aplicadas hacen que lo pagado realmente en 2010 fuera tan sólo el 16,7%. A esto hay que sumarle la aparición de las SICAV, donde las grandes fortunas crean impune y fraudulentamente estas sociedades para tributar solo el 1%.
Exigimos una política fiscal progresiva que garantice la cobertura de las necesidades básicas de la población, un principio de suficiencia que garantice que se recauda lo suficiente según las necesidades comunes, así como la eliminación de las exenciones y deducciones a grandes empresas y fortunas, además de la desaparición de las SICAV(1) y las SOCIMI(2).
(1) http://t.co/pdKfhIdPab
(2) http://www.socimi.net/2013/03/un-fracaso-anunciado.html