En el Parlamento se debaten y mejoran las decisiones

La toma de decisiones mediante la deliberación y el consenso se considera una virtud de las asambleas populares. Al mismo tiempo, el debate y el consenso son considerados por las élites políticas virtudes de la transición franquista que mantienen mediante la violencia. ¿Estamos hablando de los mismos términos?

Definitivamente, no. El considerable despliegue de mezquindad que podemos observar en el comportamiento de los parlamentarios en el Congreso durante las sesiones, sus intervenciones estratégicas y la movilización de su disciplina del voto, nos ilustra con nitidez cuál es el espíritu del debate y del consenso que emana del clima político parlamentarista, que se viene dando en el día a día del trabajo de sus comisiones. Un juego de poder en el que las ideas, y los intereses ciudadanos, no importan.

Esta triste comedia de componendas, el cambio de cromos que supone cada decisión, no se limita al Gobierno diario, define finalmente la composiciòn del poder judicial, los altos cargos de las corporaciones… los órganos del poder al completo. La vigente democracia delegada niega toda posibilidad deliberativa al pueblo, que carece de medios para intervenir en la toma de decisiones, e incluso para poder influir en los propios representantes electos.

Qué distinto este debate de aquellos en los que puede participar cualquiera de nosotrxs en una asamblea popular. Entre personas que se representan a sí mismas, el debate es natural, carece de trabas y propicia la libre expresión y el consenso; en él posiblemente muchxs si no todxs lxs asambleadxs varíen sus puntos de partida. En el infierno de lealtades y deslealtades, representaciones, favores, deudas, órdenes y adhesiones inquebrantables de los parlamentarios no hay debate, no hay consenso, es imposible, es otra cosa.

Sabemos que cualquier parlamento emanado de la actual normativa electoral no nos representa, el propio sistema se lo impide. Y denunciamos que el régimen político parlamentarista español ahoga las posibilidades de debate sobre cualquier aspecto, no digamos sobre su propia naturaleza, incluso a los mismos representantes, siendo por tanto imposible su regeneración “desde dentro”.

Grupo de Trabajo de Política a Corto Plazo

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