El Ministerio de Asuntos Exteriores y el resto del Gobierno sostienen que defender los intereses de las multinacionales “españolas” es positivo para la economía del estado español.
Repsol no es una empresa española, simplemente tiene su sede en el Estado español. La mayoría de su accionariado está radicado en el exterior. Además, la defensa de sus accionistas es la defensa de los intereses privados de un porcentaje ínfimo de la población.
Repsol es un ejemplo de empresa que evade impuestos. Es una de las multinacionales con sede en España que cuenta con más presencia en paraísos fiscales, en donde tiene 13 filiales a través de las cuáles minimiza el pago de impuestos.
Repsol no crea empleos, sino que los ha estado destruyendo. El ejemplo de YPF tras su compra es paradigmático, pues miles de personas fueron despedidas. YPF tenía más de 55.000 trabajadores, de los que solo quedaron menos de 13.500 después de la privatización. Además, la búsqueda de la competitividad le ha llevado a rebajar las condiciones de seguridad de sus plantas, lo que está detrás de la muerte de 9 trabajadores en la refinería de Puertollano.
Repsol representa un modelo de explotación neocolonial al que multinacionales “españolas” se apuntaron desde los años 90 y ha mostrado una absoluta indiferencia ante los derechos de las poblaciones indígenas en América Latina. La vulneración de estos derechos provocó que la empresa fuese juzgada y condenada por el Tribunal Permanente de los Pueblos desde 2006.
Repsol es un agente importante en el calentamiento global. Las emisiones directas de la compañía ascienden a unos 30 millones de toneladas de CO2 equivalente. Pero esto solo es una parte ínfima de su responsabilidad en el cambio climático, ya que habría que sumarle las emisiones como consecuencia de la quema de los combustibles fósiles que produce, lo que supone más de 1.000 millones de toneladas de CO2 equivalente en un año.
Repsol es el paradigma de un modelo energético con los días contados. En Argentina el pico del petróleo se había alcanzado en 1999 y, desde entonces, la producción de sus campos era decreciente.
No se trata de sostener actividades social y ambientalmente nocivas, sinó articular un modelo productivo compatible con la naturaleza y que genere relaciones justas.
Ecologistas en acción
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