Como tantas otras veces, nos contaron que la gestión pública del sistema eléctrico en España era mala e ineficiente y que privatizarlo traería incontables ventajas para los consumidores, ya que bajaría el precio de la electricidad. Debido al proceso de privatización:
El mercado mayorista en el que se vende y compra energía es marcadamente oligopólico. Los generadores que venden y las comercializadoras que compran en el mercado pertenecen, en la mayoría de los casos, al mismo grupo empresarial lo que les otorga una abusiva influencia en la determinación del precio.
La gestión del sistema eléctrico mediante un mercado tiene como único objetivo la disminución del precio de la electricidad obviando aspectos tan importantes como garantizar que todos los ciudadanos tengamos acceso a la electricidad a un precio asequible, reducir la contaminación local, las emisiones de gases de efecto invernadero o los residuos radiactivos, utilizar nuestros propios recursos de manera sensata y aumentar nuestra soberanía energética. El mercado no solo ignora todos estos objetivos sino que además es rotundamente falso que se acerque a conseguir la disminución de precio que prometía. El precio de la electricidad en España es el tercero más alto de Europa solo por detrás de Chipre y Malta.
Además, el funcionamiento del sistema ocasiona el famoso déficit de tarifa, lo que en la actualidad supone que cada ciudadano español debe 500 euros a las empresas eléctricas. Como en tantos otros apartados de la economía actual, la legitimidad de esta deuda debe ser analizada pues parte de las razones que la causan tienen que ver con el dinero regalado a las empresas (como los Costes de Transición a la Competencia) o los mercados de futuros que aumentan el precio de la electricidad (como las subastas CESUR).
La opacidad del mercado y su intencionada complejidad se traducen en que los ciudadanos desconocemos los verdaderos motivos que han generado la deuda contraída en nuestro nombre así como la tremenda ineficiencia que la privatización eléctrica ha supuesto. En definitiva el sistema eléctrico era más transparente, eficiente y justo cuando tenía una gestión pública mayor.
El observatorio crítico de la energía